Deseo de un extraño

pedir desDejaron el coche aparcado delante de la puerta de la casa. Con los primeros rayos de sol la familia se levantó con toda la ilusión que conlleva empezar un viaje. La madre preparando los últimos paquetes, el padre ayudando a vestirse al hijo, al que no hizo falta despertar pues con la emoción del viaje apenas había podido dormir en toda la noche. Ruidosas risas del niño cuando el padre le puso un sombrero tejano que le había comprado para la ocasión. Todo preparado, último vistazo a la casa, todo en orden. A cargar los bultos y rumbo al relax y a la diversión. Por delante les quedaba un camino de alegría.

Unos extraños y curiosos ojos no perdieron detalle de los movimientos y de la felicidad de la familia cuando cargaban el coche. Los vio partir y les deseó: “buen viaje”.

Día de mucho tráfico, coches veloces, sol de cara, visión cegada, visión recuperada y coche a toda velocidad de cara. Se les echaba encima sin remedio. Un volantazo instintivo, seguro y a tiempo, un arcén salvador, unos cinturones que amarraron los cuerpos y, quizás ese “buen viaje” lanzado por alguien desconocido que los observó por casualidad desde un balcón, fue el deseo espontáneo y de corazón que los separó de la muerte.

Os deseo… un buen fin de semana.

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