Tacones lejanos

Como cada día, subo en un vagón cualquiera del metro para dirigirme a mi puesto de trabajo. Me siento. Llevaba la vista fija y perdida en el suelo, sumida en mis pensamientos. De pronto, y no sé por qué, me empecé a fijar en el calzado de la gente, concretamente en el de las mujeres. ¡Dios mío, no había ni un sólo zapato de tacón! Con lo elegante que hace el pie un buen tacón… que pena.

            Había desde zapatillas Victoria azules, o mejor dicho lo que quedaba de ese azul oscuro, pues estaban bastante descoloridas y roñosas, hasta botines con cordones de ante azul oscuro totalmente planos, pasando por las horrorosas manoletinas varias, a las que nunca he conseguido ver ni la elegancia ni la comodidad, porque eso de llevar el pie tan a ras de suelo debe ser fatal cuando pisas la más mínima e insignificante piedrecilla del camino.

            Pude ver algunos zapatos del estilo romano que se salvaban algo de la hoguera, pero ni acercarse a un fino y sencillo zapato de tacón. Algunas Converse, que sí, muy de marca, pero a mí no me dejan de recordar a las bambas que yo utilizaba en mis tiempos para jugar al basket.

            Pero el súmmum ya, fue cuando pude distinguir unos “maravillosos” Crocs rojos, con sus “preciosos” agujeritos al estilo queso de gruyere. Ahí ya no pude más y busqué angustiada unos zapatos de tacón, pero mi vista no consiguió su objetivo. Simplemente no había ningún tacón. Así que para calmar mi ansiedad lo único que pude hacer fue, primero mirarme mis pies para asegurarle a mi vista los zapatos de tacón, y posteriormente mirar la lucecita que estaba encendía en el plano de estaciones, para ver si la próxima parada era MÍ parada y poder huir de aquel espantoso muestrario de zapatos que jamás calzarán mis pies.

            Entiendo que las mujeres quieran ir cómodas por su trabajo, porque tengan que caminar o ir de compras. Pero hay muchas clases de tacones. Los de cuña por ejemplo son cómodos y le dan otro aire al pie ¿Que trabajas de pie y has de ir cómoda? Perfecto, unas “maravillosas” Crocs para el curro (aunque yo no lo haría nunca) y para el camino de regreso a casa unos zapatitos sencillos, pero con tacón.

             En fin chicas, id pensándoos lo de los tacones, pues que yo recuerde el zapato de Cenicienta… era de tacón.

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